La situación carcelaria en el país no da tregua. Sigue causando muertos por falta de atención en salud o violencia intracarcelaria. Pese a ello, las propuesta procedente de algunos sectores sociales manifiestan que habrá cadena perpetua y por consiguiente el temor a la muerte política, llegando al extremo de que el Proyecto de Ley 148 de 2016 que busca humanizar las condiciones de reclusión y replantear aspectos de la política criminal en Colombia, no ande con la celeridad requerida, lo cual conlleva a que pueda “morir” sin siquiera tener una ponencia para el debate.
Por su parte, gobierno y ELN, hablan de la realización de gestos humanitarios y de hecho, algunas reconocidas voces desde la academia y las Ong han pedido a esta insurgencia la renuncia a las retenciones; mientras la realidad silenciosa en las prisiones y los escasos esfuerzos estatales para ponerle fin a la misma, le pasa altas cuentas de cobro a las y los presos tanto sociales como de la guerrilla y son pocos los que exigen del Estado el cumplimiento de sus obligaciones básicas en materia de derechos humanos en contextos de encierro.
En el marco de estos diálogos, celebramos la liberación de dos presos políticos recluidos en la cárcel de Palogordo quienes se encontraban en condiciones de vida indignas, cuya integridad física se encontraba en riesgo por literal abandono. Pero por coherencia, no podemos dejar de reiterar al Estado que su obligación, con o sin proceso de “paz”, es poner fin al tratamiento degradante e inhumano que se deriva de la situación carcelaria en general y en consecuencia hemos exigido que libere a quienes teniendo encarcelados no puede garantizar salud y vida digna (Ver más sobre este tema https://derechodelpueblo.
Menos aún puede hablarse de gestos que construyan confianzas (que no sólo pueden predicarse entre el Gobierno y la guerrilla), cuando en medio de los tensos y prolongados diálogos, presos políticos del ELN han sido sometidos a condiciones que dejan mucho que pensar del compromiso genuino de su contraparte. Varios de ellos, se presentan patologías que requieren tratamientos ininterrumpidos e integrales que nunca les han sido brindados. Tan sólo en los dos últimos meses Nelson Jaimes Quintero viene padeciendo una hemiplejia, fuertes dolores de cabeza y sangrado nasal y a pesar de la remisión a neurología por parte del médico tratante, ésta aún no se efectúa (Ver sobre el caso https://derechodelpueblo.
En medio de este panorama, reiteramos, nos alegran los avances y próxima instalación de la mesa de diálogos entre el gobierno y el ELN. Aunque nos mantenemos escépticos, hacemos un llamado a las y los presos del país y sus familiares a participar como parte de la sociedad –como parte de uno de los sectores más excluidos de ella– en la construcción de propuestas acordes con un país en el que las condiciones que dieron lugar al levantamiento rebelde, sean superadas.
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